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Somos Submarinos I

El íntimo homenaje del Festival de la Guitarra de Córdoba a Supersubmarina I

Embusteros, Elefantes y Sidonie se subieron al escenario del Teatro de la Axerquía durante la noche del 1 de julio para conmemorar a sus compañeros granadinos en un ciclo del Festival de la Guitarra dedicado a la música indie.

Lo dijo Shuarma, el histriónico vocalista de Elefantes, al interpretar el primer tema del repertorio y caer en la cuenta de que los coros que venían del público eran menos sonoros de lo habitual «los conciertos a los que va menos gente de la que se espera terminan convirtiéndose en conciertos increíbles» Y así fue. Pese a que durante los dos días de programación las gradas del Teatro de la Axerquía estuvieron prácticamente vacías, quienes se agruparon en la pista vivieron momentos de auténtica hermandad, porque no siempre es posible ver nacer la profunda voz de Sean Frutos a dos metros de distancia, ni cantar una versión de LN Granada de la mano de Marc Ros. Esto un fan acérrimo del indie lo sabe y por eso los pocos que estuvieron allí (los acérrimos) lo disfrutaron el doble. A ello contribuyeron el frescor del anochecer (inusual en Córdoba por estas fechas) y la Torre de la Mezquita iluminada al fondo.

Un paisaje que los cordobeses Embusteros tenían más ganas de contemplar que nadie tras sus idas y venidas por Madrid y alrededores. Jose Espín (voz principal y bajo), Rafa Urbano (guitarra), Germán Muñoz (guitarra) y Faly ‘El caballero’ (batería) inauguraron el sábado con gran energía, buenrollismo y un impecable directo, propio de una banda consolidada que tiene claro de dónde viene y hacia dónde va. Con temas como Dejarse llevar, Nada es suficiente, Canción de despedida y Enganchado mostraron su entusiasmo por presentar en casa LA VERDAD, un disco recién salido del horno, de rock progresivo y tintes ochenteros, algo más tenebrista en Temporal, su tema más aclamado. Aunque tampoco les importó virar hacia el flamenco en Judería, el costumbrismo cordobés hecho rock, ni poner a mover piernas y brazos en Tu calor, La verdad y Confieso. Nadie como tú y Veinticinco años encendieron algunos mecheros y El ascensor y Lo nuestro demostraron que no hace falta superar el aforo para llenar todo un teatro. Después de agradecer el compartir escenario con dos grupos que admiran «desde siempre» se despidieron entre el calor de familiares, amigos y seguidores devotos.

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El ambiente tan caldeado que había dejado el grupo sureño se disipó con un jarro de agua fría cuando un fallo técnico obligó a retrasar el próximo concierto más de una hora. Sin embargo, las quejas del público (cada vez más reducido) perdieron fuelle en cuanto Shuarma, arropado por sus Elefantes Jordi Ramiro (batería), Julio Cascán (bajista) y Hugo Toscano (guitarrista), se puso frente al micrófono ataviado con un elegante traje azul marino y una desaliñada barba blanca, compañeros inseparables del cantante junto con sus enérgicas formas amaneradas. Nueve canciones de amor y una de esperanza, la última hazaña musical del grupo, empezó a cobrar forma con Lo más pequeño y Volvió la luz, temas que encarnan ese particular revoltijo de rock, flamenco, pop y letras de amor dulces característico de la formación y que tan bien funciona en directo gracias a las tablas pertrechadas por tantos años de escenarios. Después llegó Que todo el mundo sepa que te quiero como una inyección repentina de pasión y magia en la que a Shuarma le faltó poco para romperse la camisa. Una energía especial recorría ya el teatro cumpliendo las predicciones anteriores del vocalista y dando forma a un encuentro que será difícil de olvidar para los que no pararon de corear himnos como lo son Azul, Creo en ti y Te echo de menos. Y si todavía quedaba algún rezagado sin conquistar, Duele (el tema al que se sumó Bunbury en su día) y Oigo tus pasos, un potente quejío dirigido a la luna y al sol inspirado en el grupo Triana, terminaron de levantar las ovaciones. Pero el momento más especial se dio cuando los integrantes de Sidonie se sumaron a Te quiero, el himno de José Luís Perales que estas dos bandas amigas han interpretado en más de una ocasión junto a Love of Lesbian.

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«Qué pillos son», así despedían los Elefantes a sus compañeros de bolo. Tras otra espera tediosa, los pillastres salieron a escena flanqueados por los panales de luces glam que dan sentido estético a su último disco, El peor grupo del mundo, una oda a la música pop y a la escena independiente española. En ese título provocativo está implícita la idea de celebrar la música sin pretensiones y eso son los conciertos de Sidonie, una fiesta, una provocación, un delicioso disparate. Comenzaron con una anunciación, Os queremos, y la desbordante energía que los caracteriza. Luego volvieron a 2007 con Viernes, Costa Azul y Fascinado, e incluso se asomaron brevemente por El fluido García, su disco más psicodélico, con El bosque, momento en el que Marc cogió la guitarra para hacer un solo y golpear el instrumento con la entrepierna. Además, hubo tiempo para la época más sintética del grupo en El incendio, Por ti y En mi garganta, sin olvidar los temas del nuevo disco que han llevado a Sidonie a traspasar los públicos reducidos del indie español No sé dibujar un perro, El peor grupo del mundo y Carreteras infinitas. No podía faltar el elemento sorpresa que Jesús Serna (bajo), Axel Pi (batería) y su cabecilla Marc Ros introducen en todos sus conciertos. Esta vez, el vocalista se lanzó al público a hombros de un asistente para cantar LN Granada en un sentido homenaje a Supersubmarina. A las dos de la mañana el confeti blanco dio por terminada la primera noche de conciertos que, con sus más y sus menos, terminó superando expectativas gracias a la entrega de los grupos y al ambiente fraternal generado en el público.

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