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Regreso a lo grande

Llenazo absoluto para recibir con todos los honores que se merecen a los resucitados Afghan Whigs. Con una mayoría de público veterana, y retraso de veinte minutos para acabar de desesperar a la audiencia, aparecieron Greg Dulli y el robusto John Curley al bajo (únicos miembros originales),  muy bien rodeados de músicos con los que Dulli ya llevaba años grabando y girando; los guitarristas John Skibic y Dave Rosser, el violinista y teclista Rick Nelson, y a las baquetas Cully Symington, un trotamundos de la música que ha grabado entre otros con Okkervil River, Shearwater, Cursive y Conor Oberst.

No hubo sorpresas en el setlist que la banda de Cincinatti venía interpretando en su gira europea, y el show fue casi calcado con pequeñas variaciones, empezando como siempre con la rocosa Parked Outside y los aires árabes de Matamoros. Y es que cuando todos los ingredientes necesarios están ahí solo puede ocurrir una cosa: un concierto memorable. Sonido perfecto, banda impecable, un frontman con una voz y carisma sobrehumanos, y, cómo no, un repertorio que tira de espaldas.

Se permitieron el lujo de dejar temazos fuera para hacer sitio al disco que venían a presentar, una clara muestra de que se toman muy en serio la nueva etapa, y lo mejor es que viendo como lo defendían no les falta razón. Hasta nueve temas sonaron de Do to the Beast, con una espectacular Royal Cream enlazada sin parar (como en el disco) con I am Fire y sus percusiones, ese misil guitarrístico que es The Lottery, el elegante single Algiers, It Kills a los teclados con su explosivo desenlace, y una revitalizada  Lost in the Woods, que dejó una de las imágenes de la noche: Dulli medio agachado dándole al tambor con una mano y con la otra cantando como si explicara un relato de terror.

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El tiempo dirá si estas canciones alcanzan la categoría de clásicos, mientras tanto es evidente que las comparaciones con los grandes temas del pasado son odiosas. Lo pudimos comprobar con la reacción general ante las primeras notas de Fountain and Fairfax o Debonair, dos piezas de ese descarnado y peligroso artefacto sonoro que es Gentlemen (Elecktra 1993). La primera etapa del grupo también tuvo su momento con Son of the South, o la más conocida Turn on the water de su disco Congregation (Sub-Pop 1992).

Pero la verdadera talla del grupo se vio en diversos momentos que quedarán ya para siempre en nuestro recuerdo: el medley en el que con gran maestría arrancaron con una versión de Heaven on their Minds de Jesuchrist Superstar y la enlazaron con la lasciva Somethin' Hot; una apabullante Gentleman que Dulli interpretó dejándose el alma, y el abrupto y acojonante enganche (lo siento, no hay otra palabra) de la fiesta funky soul que es John the Baptist a My Enemy, uno de los grandes temas del disco Black Love (Elektra 1995).

Tras dejarnos absolutamente noqueados y en un estado de excitación extrema aún pudimos disfrutar de tres bises: Summer's Kiss, Teenage Wristband del disco Blackberry Belle (One Little Indian 2003) de los Twilight Singers, y, cómo casi siempre a lo largo de su carrera, Dulli empezó a despedirse con las notas de piano de la épica Faded de fondo.

A la salida escuché muchos debates sobre si debieron haber tocado tal canción, o que la ausencia de tal otra era imperdonable, pero la verdad es que no se les puede achacar nada. Más allá de discusiones sobre el repertorio lo importante es que estos “nuevos” Afghan Whigs están más vivos que nunca, que Greg Dulli está en plena forma y con ganas. Ojalá muchos regresos fueran como el suyo.

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