
Rafael Fernández del Castillo es el nombre completo del músico que se esconde bajo el seudónimo de Nesting Behavior. El 4 de enero de 2021 presentaba su primer disco, We used to live here, un proyecto tan original como personal en el que empezaría a trabajar desde hace dos inviernos. Sin otra pretensión más que la misma expresión, su música recorre el ciclo emocional que atraviesa el artista, un viaje en el tiempo que fotografía en cada una de las once canciones que componen el disco.
La producción de We used to live here empieza en el invierno de 2018, en un momento en el que la música se convertía para Nesting Behavior en el mejor vehículo para volcar el sentimiento. De hecho, él mismo reconoce el significado que la creación de este disco le ha supuesto: «These songs are deeply personal and are very close to my heart. They mean much more to me than what the lyrics or music says». Y es que este disco refleja la necesidad del alma de hacerse material; sinestésica. Por eso, abandona el miedo a sumergirse en la liberación creativa y se aventura a componer canciones poco complejas en acordes, aunque ricas en láminas de sonido y, sobre todo, poéticas desde sus letras. Música que es, siguiendo sus propias palabras: «un tipo de shoegazey en capas profundas».
El hecho de pasar algunos años tocando y componiendo para otros proyectos con amigos es lo que ha permitido a Nesting Behavior adquirir el conocimiento necesario para comenzar a producir por sí mismo, una barrera que consideraba tenía que atreverse a romper. Así, después de unos años en los que la vida académica le ha mantenido apartado de la composición, este disco representa la vuelta a esa pasión inicial. Por otro lado, y a pesar de la acústica que le dotaba su habitación y el escaso equipamiento con el que ha contado, se muestra orgulloso del resultado obtenido, pues consigue reconocerse en cada una de las canciones. Es más, siendo consciente de estas limitaciones, reconoce que hay un logro para la intimidad que la música concede, ya que We used to live here actúa como el retrato anímico de un período concreto de su vida.
Aunque el proceso de creación se haya prolongado durante dos años, lo cierto es que ha sido durante los primeros meses de la pandemia cuando ha podido grabar la mayor parte del álbum, ya que ha trabajado en él principalmente en su tiempo libre. De hecho, todo este transcurso temporal encuentra su eco en la evolución que tiene el disco, de una forma en la que el músico reconoce llevar la vista a otra época. De alguna manera, admite que este disco es su reflejo en el espejo, a partir del cual puede hablar consigo mismo, a la vez que escucharse, empatizando con ese yo pasado. Así que es un disco de miradas introspectivas y flashbacks emocionales, también de canciones que canalizan y hacen calar, y de la descripción en capas del paso del tiempo. Aunque, por encima de todo, We used to live here conforma la fotografía sonora de sus múltiples sensibilidades, un retrato sincero que hace merecida su escucha.
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