La noche del 12 de enero la Alameda de Hércules de Sevilla no parecía tener que recuperarse de las navidades. La plaza mostraba la actividad a la que nos tiene acostumbrados: el barullo de la gente, el chinchinear de las copas y las jarras. Pero ni una sola nota. Las terrazas abarrotadas y ningún local se decantaba por un género musical.
A las 21:30 la sala “Fun Club” abría sus puertas al público. Aproximadamente 200 personas fueron ocupando un sitio dentro del pub, todos apretados de cara al escenario. A las 22:00 ya era imposible andar de un lado al otro del local.
El escritor Fernando Mansilla fue el primero en subir a las tablas, esta vez sin los espías, inundando la sala con su profunda voz y hablándonos de John Cooper Clarke con su arriesgada versión española de Evidently Chickentown.
La intervención de Mansilla dió paso a Mapache, que esa noche presentaba su disco Danza Salomé, además de una nueva formación musical: Marta Mapache (voz y composición de letras), Alberto Pielfort (viola y guitarra eléctricas), Leo García (bajo eléctrico y buzuki), Marcos Fernández (batería) y Alicia Colodro (coros).
A pesar de los nervios previos al escenario (seguramente provocados por el deseo de procurar una presentación digna a un disco con más de un año de preparación) “Fun Club” quedó en silencio por unos instantes y la entrada fue muy profesional: “¿Programa de mano?” “¿Golosinas?” “¿Están cómodos los señores?”
Con una perfecta dicción y una voz digna de pertenecer al doblaje de películas estadounidenses de los años 50, Marta fue capaz de transportarnos a esa década asumiendo el papel de acomodadora de asientos. A partir de aquí voz e instrumentos trabajaron al unísono, la coordinación aportó un valor incalculable a la escena.
La banda hizo un recorrido con algunas piezas cercanas al jazz y otras más rockanroleras. Los poemas recitados abarcaban gran variedad de géneros, desde un surrealismo bien sustentado en imágenes naturales, hasta odas a la princesa Salomé y la diosa hindú Shiva. También versionaron un par de canciones tradicionales, pero todas escritas con el mismo objetivo: brindar respeto y admiración al poder femenino.
La noche del 12 de enero en la sala “Fun Club” de la Alameda de Hércules de Sevilla nadie bailó, pero sí que había música.